jueves, 19 de mayo de 2011

Square one

La brisa penetraba entre los dedos de sus pies, mientras que los movía al son de su corazón -lento. Más, y más, y más lento. El pelo le acariciaba la cara. Compaginaba la sensación de vértigo con la de liberación al compás del vaivén del columpio. La ciudad se extendía bajo sus pies. ¿Qué más podía pedir?
Clavó los pies en la arena húmeda, frenó en seco y se quedó un momento sentada, sujetando las cadenas del columpio con los ojos cerrados. Recogió su puzzle, se levantó y se marchó. Había que minimizar los daños.


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