viernes, 27 de mayo de 2011

Awake my soul

No hay muchas cosas de las que pueda estar segura en esta vida -supongo que como todos, pero ya sabéis que me gusta sentirme rara especial. Una de esas pequeñas cosas es que la lluvia purifica. Sí, purifica. En especial cuando llueve a cántaros, como hoy. Las gotas caen y descienden de la cabeza a los pies (al revés sería demasiado raro). Caen, cogen tus pensamientos y hacen que recorran cada parte de tu cuerpo. Los malos pensamientos y los buenos pensamientos. Tomas consciencia de todo lo que eres, lo que has sido, y cuando llegan a los pies las gotas impregnadas de malos pensamientos se deslizan hasta el suelo y allí se quedan. Por otra parte, las que llevan los buenos pensamientos son las que calan. Las que se quedan. Las que han de quedarse. Por eso me gusta que llueva tanto. Por eso propongo una campaña antiparaguas. Además, sabéis que cuando hace frío y/o llueve es cuando hay más causalidades.
Si no os gusta la lluvia es porque no miráis más allá. De primeras una tormenta parece algo horrible, todo gris, todo mojado, ni un rayo de sol, truenos, rayos, devastación, aaargh. Pero... lean a little bit closer. Después siempre llega el sol. La lluvia está ahí para purificarte, para que estés preparado para los rayos de luz. Si no estás preparado para "lo malo", no puedes estarlo para lo bueno.
Mi madre no me deja salir cuando llueve tanto. Y yo lo entiendo, porque siempre me pongo mala. Pero os contaré un pequeño secreto: cuando me dice que no puedo salir yo me voy a mi cuarto haciendo que estoy enfadada, o molesta, y secretamente abro las ventanas de mi cuarto y saco los brazos y la cabeza hasta donde puedo (tampoco quisiera yo caerme), y aunque no me cale entera, para mí cualquier gota de lluvia purifica. Y se me pone una sonrisa tonta que no hay quien me quite en un rato.

Y acompañar esto con Mumford and Sons es una decisión muy sabia.

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