jueves, 17 de febrero de 2011

*Sigh*

Siempre he querido un lugar para huir cuando estoy mal. Como en las películas, que siempre tienen un rincón de la ciudad al que ir cuando quieren escapar de la rutina. Un jardín, un mirador con vistas increíbles, algo de eso. Pensé que yo no tenía ninguno, pero me dió por pensar. Y es que no hay sitio en el que mejor sea yo misma que en un cine. Una espacio amplio, una gran pantalla, sin luces mas que las del proyector y las de seguridad (no merecemos morir). Más o menos gente, cuya presencia no molesta. No molestan las toses, ni los cuchicheos. Familias con niños que no entienden la película. Parejas que ni han leído el título de la película porque cualquiera era buena para entrar a darse el lote. Pandillas de amigos que van para intentar ligar entre ellos. Señores mayores que se quejan del ruido que hacen los demás. Ruidos de gente masticando palomitas, y de cuando intentan aspirar las últimas gotas de su refresco. Risas, llantos. Y yo, en una esquina, disfrutando de este pequeño ecosistema. Este Nirvana se ve un poco estropeado cuando la película es mala, pero primero hay que verlas para juzgarlas.
El cine. Supongo que era natural pensar que encantándome la psicología y el cine, lo que tendría que estudiar es psicología y dejar el cine como hobbie. Hasta que me di cuenta de que es al revés. Y espero poder dedicarme a ello de verdad, porque no puedo imaginarme un futuro mejor.
Y una de las cosas que me ha hecho darme cuenta de verdad ha sido volver a ver una película que de pequeña me encantaba pero apenas recordaba. Ha hecho que mi amor por el cine se incremente el doble. Esto es lo que quiero. Aprovecho entonces para sumarla a la Mustlist:

"Cinema Paradiso" - Giuseppe Tornatore

Sinopsis: Cinema Paradiso es una historia de amor por el cine. La película narra la historia de un niño de un pequeño pueblecito italiano en el que el único pasatiempo es disfrutar de las películas del Cine Paradiso. Encantado por las oscilantes imágenes, Salvatore deseaba con todas sus fuerzas que el cine fuese en realidad magia. Un día, Alfredo, el operador de cine, accede a enseñar al pequeño los misterios que se ocultan en una película. Todos los niños de la pequeña villa van creciendo, sin perder nunca su amor por el cine, pero llega el momento en el que Salvatore debe dejar el pueblo y comenzar a buscar sus sueños. Y así ocurre durante treinta años hasta que un día un mensaje le comunica que debe volver a casa donde un secreto le espera.

Es de las películas más tiernas que he visto, y sin duda a quien le guste el cine le va a encantar. Con una banda sonora... Sin palabras.

Supongo que esta cara es la que se me pone cuando voy al cine.

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