martes, 6 de septiembre de 2011

Aleatorio

La risa del que oye pero no escucha difiere enormemente con la del que escucha, aunque le cueste oír. El que oye y hace literalmente oídos sordos se ríe, no es una persona infeliz. Es más, al contrario. La felicidad del ignorante es además más fácilmente detectable que la del intelectual. El intelectual suele estar rodeado de un aura de incertidumbre, abrumado por la realidad, acongojado por la levedad del ser, o cualquier teorema mal resuelto. Por eso su risa es verdadera. Porque trata de entender el mundo en toda su complejidad, aunque no entienda ni por qué está pensando, pero se ríe de aquello que conoce o de aquello que quisiera conocer. El ignorante se ríe absurdamente de la vida, como si ésta se tratase de un mero repertorio de chistes obvios y mal contados. El ignorante oye, ya que no tiene la mente ocupada en otra cosa, pero una vez que la información llega a su cerebro elige las palabras que más le apetezcan y crea un nuevo chiste del que se mofa, si es que llega a hacer ese esfuerzo. El intelectual... Está tan inmerso en sus propias vicisitudes que le cuesta oír, pero cuando captas su atención te la dedica por completo y se ríe de lo reíble, y llora por lo llorable.


Y no encuentro una foto que pegue con esto, así que por primera vez NO PONGO FOTO (wo wo wo).
Y se lo dedico a Álvaro. Porque sí.

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