Me iba a poner filosófica con el tema de los trenes que sólo pasan una vez, pero he decidido que es demasiado mainstream y prefiero usar autobuses. Por tanto, comienzo.
Hay autobuses que sólo pasan una vez. Los hay de ida, de vuelta, de ida pero no vuelta, de vuelta sin ida... y terminas por no volver nunca. En Guildford saben de lo que hablo. Hay autobuses que pasan constantemente pero tú estás esperando uno de otra línea. Pasa una y otra vez el mismo autobús, pero tú sigues obcecado en coger el que se supone que deberías, en vez de montarte en el que pasa más a menudo, por cabezonería. Porque piensas que si pasa tantas veces es que no es especial. Y a veces... A veces te equivocas. A veces ese autobús pasa tanto porque debes cogerlo. Porque está ahí para llevarte a donde tú quieras. Y el día que quieras cogerlo puede que ya no esté. ¿Por qué iba a estarlo? Ha pasado mil veces frente a ti, y tú lo has ignorado. No te debe nada. Porque un autobús pase pocas veces en la vida no significa que sea el que debemos coger. O puede ser que sí. Sabéis que siempre dejo conclusión abierta.
Yo he perdido muchos autobuses. Les he hecho una señal para que se parasen, se han parado por mí y el miedo a equivocarme o a estar siendo impaciente, me ha hecho decirles que siguiesen su camino. Y debí de coger algún que otro autobús.
Y como he perdido los costantes y el que no viene nunca ni está ni se le espera, tendré que hacer mi propio camino, con mi propio coche. Quizá algún día me cruce en mi camino con ese bus. O con alguno de los que ya se fue. Quién sabe.
Y por si a alguien le interesa, en la foto Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta, no fue por estos campos el bíblico jardín. Son tierras para el águila, un trozo de planeta, por donde cruza errante la sombra de Caín. (Que si os fijáis mucho por ahí se le ve al pobre hombre)
Hay autobuses que sólo pasan una vez. Los hay de ida, de vuelta, de ida pero no vuelta, de vuelta sin ida... y terminas por no volver nunca. En Guildford saben de lo que hablo. Hay autobuses que pasan constantemente pero tú estás esperando uno de otra línea. Pasa una y otra vez el mismo autobús, pero tú sigues obcecado en coger el que se supone que deberías, en vez de montarte en el que pasa más a menudo, por cabezonería. Porque piensas que si pasa tantas veces es que no es especial. Y a veces... A veces te equivocas. A veces ese autobús pasa tanto porque debes cogerlo. Porque está ahí para llevarte a donde tú quieras. Y el día que quieras cogerlo puede que ya no esté. ¿Por qué iba a estarlo? Ha pasado mil veces frente a ti, y tú lo has ignorado. No te debe nada. Porque un autobús pase pocas veces en la vida no significa que sea el que debemos coger. O puede ser que sí. Sabéis que siempre dejo conclusión abierta.
Yo he perdido muchos autobuses. Les he hecho una señal para que se parasen, se han parado por mí y el miedo a equivocarme o a estar siendo impaciente, me ha hecho decirles que siguiesen su camino. Y debí de coger algún que otro autobús.
Y como he perdido los costantes y el que no viene nunca ni está ni se le espera, tendré que hacer mi propio camino, con mi propio coche. Quizá algún día me cruce en mi camino con ese bus. O con alguno de los que ya se fue. Quién sabe.
Y por si a alguien le interesa, en la foto Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta, no fue por estos campos el bíblico jardín. Son tierras para el águila, un trozo de planeta, por donde cruza errante la sombra de Caín. (Que si os fijáis mucho por ahí se le ve al pobre hombre)
I need somewhere I can drive all night, out into the darkness. Follow the headlights down, I need to know where they can take me, I gotta know if they can save me.